Numia vive en un país donde los cristianos deben ocultar su fe en el ámbito público. Por eso, las oportunidades para poder encontrarse con hermanos en la fe son un regalo. Entre lanas de colores, retazos de telas, oleos y acuarelas, varias mujeres árabes conversan y ríen mientras dejan fluir su creatividad. La “casa de mujeres” es un refugio para ellas, un sitio donde se sienten libres, valoradas, seguras.
Las extranjeras que lideran el proyecto de arte y manualidades son obreras de PMInternacional que han aprendido la lengua local, respetan la cultura, transmiten paz, expresan amor por cada persona. Las alumnas ven “algo diferente” en ellas, pero no se atreven a dar el paso necesario para descubrir qué es. Numia sí sabe de qué se trata. Ha identificado esa diferencia hace tiempo. Y aquel día decidió hablar.
EL VALOR DE LA MUJER
La jornada festiva que celebran cada año en la “casa de mujeres” fue organizada con esmero, a pesar de la presión que las autoridades vienen ejerciendo sobre el equipo de PMI y otros obreros cristianos. “Nosotras permanecemos fortalecidas en medio de la presión y de nuestra debilidad. Ese día éramos alrededor de treinta y cinco mujeres. Nuestras alumnas esperaban con ansiedad el momento de encuentro y de risas. Esta festividad anual es un tiempo especial que dedicamos a compartir y modelar los valores espirituales del Reino”, relata Lucy, una de las integrantes del equipo.
En esta ocasión habían invitado a la esposa del pastor de la congregación local (iglesia no oficial que se reúne secretamente) para que compartiera acerca del valor de la mujer y la complementariedad con el varón. “Dios creó a la mujer no desde la cabeza del hombre para que esté encima de él. No desde los pies del varón para que esté debajo de él. La creó desde su costilla, para que esté al lado de él, en calidad de igual valor ante los ojos del Creador”, dijo la invitada al iniciar la charla. Hubo un debate abierto sobre el rol de la mujer en el Corán, en la “shariaa” (ley coránica) y en la sociedad musulmana. La mayoría de las mujeres participaron, poniéndose de pie una a una en medio de la sala para expresar sus ideas. Numia fue una de ellas. Habló con mucha gracia y dio un punto de vista diferente a la perspectiva musulmana tradicional. Todas quedaron sorprendidas.
SECRETO BIEN GUARDADO
Al finalizar la reunión, Numia se acercó a una de las organizadoras y le mostró su anillo: Una pieza muy original con una pequeña cruz, disimulada en un costado.
– Quiero mostrarte esto, dijo Numia extendiendo su mano hacia Lucy. – ¡Una cruz! ¿Tú sabes lo que eso significa? – Sí sé lo que significa. Es la cruz que representa el sacrificio de Cristo. – ¿Y por qué la llevas en tu mano? ¿Tiene algún valor para ti? – ¡Sí! Él murió por mí. Soy cristiana desde hace un tiempo. No vuelvo atrás, necesito reunirme contigo para leer la Biblia y orar. Necesito una Biblia impresa en árabe.
La presencia del Señor inundó a Lucy. Todas las presiones que venía soportando se apagaron ante la luz del Espíritu de Dios en la vida de Numia.
HISTORIA DE UNA CONVERSIÓN
Numia creció en una las ciudades más cosmopolitas del país, en una época en que había mayor tolerancia religiosa que hoy. Ella tenía algunos familiares y también vecinos que se comportaban de manera diferentes al resto de la familia (musulmana). “No sé si eran judíos o cristianos, pero había en ellos algo que me atraía. Me llamaba la atención que se trataban con amor y tenían una espiritualidad distinta”, explica. Numia comenzó a hacerse preguntas: ¿Por qué tenemos que orar cinco veces al día? ¿Por qué tenemos que ayunar? ¿Por qué tenemos que ir a la Meca? ¿Por qué es tan pesado agradar a Dios? “No había respuestas, en el islam no está permitido hacerse este tipo de preguntas. Yo tenía que guardarlas en secreto, porque así estaba escrito”, dice.
Luego Numia se casó, tuvo hijos y también un buen trabajo. Su vida estaba aparentemente completa. Pero sentía un vacío espiritual que la llevaba una y otra vez a buscar a Dios en el Corán. “Mientras más lo leía, más lejos del Dios verdadero me sentía. Algo en mi corazón me decía que Dios es amor. Leía el Corán y solo sentía carga, castigo, obligaciones, como si Dios se dedicara a hacerle más pesada la vida al ser humano. En mi interior sabía que esto no podía ser verdad”, afirma. Un buen día comenzó a ver algunos programas cristianos por televisión. Así tuvo una nueva perspectiva de Dios. “Pude conocer a un Dios de amor, de perdón, que se entregó y se sacrificó por mí en la cruz. Un Dios que me ofrecía todo por su gracia, un amor inmerecido”. En medio de este despertar espiritual, una noche tuvo un sueño en el cual una serpiente muy grande le rodeaba el cuello. Inmersa en esa angustiante situación, escuchó una voz que decía: No tengas miedo, yo la aparto de ti en este momento. “Inmediatamente la serpiente desapareció, me sentí inundada de una paz enorme y tuve la certeza de que esa voz era de Jesús. Sólo pude decirle: Creo en ti”, rememora Numia. Al levantarse al día siguiente, miró al cielo y tomó la decisión de seguir a Cristo. Renunció al islam con la certeza de que Jesús murió en la cruz y perdonó sus pecados.
NUEVA VIDA
Gracias a una búsqueda en Internet encontró información sobre el cristianismo y personas que hablaban de Jesús en su propio idioma. Durante muchos años vivió así, alimentando su fe online, sin hablar de ella con nadie, hasta que Dios le permitió llegar a la “casa de mujeres”. Allí ocurrió su primer encuentro no virtual con personas cristianas. “Aunque las profesoras son extranjeras pude comunicarme perfectamente porque hablan nuestro idioma. Por medio de ellas tuve en mis manos por primera vez una Biblia en mi propia lengua. Ahora la leo y la guardo como un gran tesoro. He visto numerosos milagros y pruebas de la presencia de Dios en mi vida. Creo que no alcanzarían miles de páginas para compartirlas. Mi único anhelo es conocer a Cristo más y más. Mi familia ve en mi algo diferente, ellos saben que no comparto el pensamiento religioso del islam. Estoy esperando el momento oportuno para poder dar razón de mi fe a mi familia y que ellos también puedan encontrar el Camino, la Verdad y la Vida”, concluye Numia. El camino está iniciado. El Señor la buscó, le habló, la condujo hasta un sitio donde encontraría a quienes son olor fragante de Cristo en un país de mayoría musulmana. Ahora Numia se reúne semanalmente con Lucy y otras mujeres cristianas.
Autor: Verónica Rossato
Fuente: @ProtestanteDigital
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